Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra El y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que
ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones (Catecismo de Iglesia Católica nº 1422)
“Confesarse con un sacerdote es un modo de poner mi vida en las manos y en el corazón de otro, que en ese momento actúa en nombre y por cuenta de Jesús. Es una manera de ser concretos y
auténticos: estar frente a la realidad mirando a otra persona y no a uno mismo reflejado en un espejo” (papa Francisco)